Y aquí estamos nosotros, cultivando pistacheros, guiando a estos magníficos árboles para llegar a esa primera cosecha comercial, allá por el séptimo verde; qué valientes, pensarán unos; qué inconscientes, pensarán otros.
En plena era de la inmediatez, tentados por iniciativas que planifican rentabilidades fulgurantes, casi inmediatas, con prácticas agrícolas no ya intensivas sino superintensivas, con regadíos y/o marcos de plantación de árboles frutales propios de la huerta valenciana, en tierras semiáridas, se observa la surgencia de algunos grupos satélite de “nuevos” agricultores que parecen ir contra esa tendencia afanada de obtener rendimientos a corto, algo esto último que parece sacado de una novela de “Michael Crichton”, contra natura, queriendo olvidar que en la agricultura no hay chollos y que nuestra intervención deja una huella que perdura, que la rentabilidad no sólo está en el precio justo que alguna vez cobra con suerte el agricultor por la venta de su producto sino en la búsqueda de la máxima expresión de la propia naturaleza en los productos, habiendo causado un impacto positivo que sea capaz de perdurar con el paso de las generaciones, allá donde se apueste por esa iniciativa.
Evidentemente, el resultado es un producto no sólo físico, con un valor no sólo monetario, que, por fortuna, un grupo reducido de consumidores desea apoyar yendo más allá de disfrutar de un sabor exquisito y único. Y es este grupo de personas el que puede traccionar para que la lucha de estos nuevos agricultores llegue a impactar económica, ambiental y socialmente de forma apreciable y perdurable en estas tierras pobres llenas de riquezas veladas.
Somos lo que somos, naturalmente; observación, ilusión, estímulo, transformación, adaptación, pasión, alternativa, insistencia, paciencia, respeto, asombro.
Somos un grupo de personas soñadoras-optimistas-realistas que, de una manera u otra, siempre han estado ligadas al mundo agrícola y a los diferentes cultivos tradicionales de la zona, habiendo asimilado la experiencia y conocimiento basados en la observación, transmitidos de generación en generación. Contamos con una base de conocimientos académicos relacionados con la biología y la agronomía que nos permite actuar de forma razonada y con sentido en este mundo agrícola alternativo que abrimos ante nosotros y que deseamos crear como ejemplo viable para soñadores homólogos.
Este mundo agrícola alternativo consiste en la plantación y manejo de alrededor de 20 Ha de pistacheros por primera vez en estos lares, con un enfoque de manejo innovador en la zona y poco frecuente en el sector agrícola, pero razonado y razonable, con sentido.
El término GREENPINK se inspira en los colores del fruto del pistacho en proceso de desarrollo y maduración, con sus característicos colores verde y rosa; pero también los rosas más fuertes junto a los verdes intensos están presentes en el follaje de los pistacheros.
El término NATS es una abreviatura de NATURALES. Los pistacheros crecen y se desarrollan para producir pistachos en condiciones de absoluto respeto por el entorno, de manera natural, sostenible, con el tiempo requerido, sin prisa, aprehendiendo y comprendiendo que la interacción idónea no es agricultor-cultivo sino entorno-cultivo-planta-agricultor, por orden de relevancia y una vez se ha ejecutado la transformación inicial, donde la intervención del agricultor es necesariamente más intensa.
El objetivo de GREENPINK NATS es la obtención de pistachos en los que se pueda apreciar la expresión de las prácticas agronómicas sostenibles, en las tierras del interior de la comunidad Valenciana más occidentales, con más de 1.400 horas frío y más de 3.500 horas de calor, lo que permite cultivar la variedad de pistacho más conocida y codiciada, la variedad KERMAN. Los cultivos se desarrollan en condiciones de secano estricto, únicamente “bebiendo” de las lluvias, en un entorno en el que los linderos, ribazos y masa forestal que les rodea (y pertenece a la misma parcela de los cultivos) constituye un refugio de fauna que va a permitir el control de plagas como oruga, clitra, chinches, etc., buscando el equilibrio con el entorno, respetando el tiempo de adaptación de cultivos y vegetación potencial para conseguir esta situación a la que debe tender la agronomía de cualquier cultivo; en condiciones ecológicas pero yendo más allá, cuidando del entorno que rodea los cultivos, porque todo está conectado.
Es notable la conexión entre plantas, tanto en la rizosfera, mediante el contacto de raíces e intercambio de moléculas señalizadoras, como por el aire, mediante el intercambio de sustancias volátiles que son percibidas por los sistemas “sensores” de las plantas. Estos sistemas constituyen una cadena de “vigilantes” que advierten a las plantas de la llegada de los distintos estreses bióticos, preparándolas para una respuesta antes de que los problemas lleguen al interior de las parcelas. La salud e integridad del sistema es vital para el buen funcionamiento de esta cadena biológica y eso se consigue con observación, comprensión, respeto, y justas intervenciones correctoras.
En las tierras más occidentales de la Comunidad Valenciana, en el municipio de Venta del Moro; en alrededor de 20 Ha, mayoritariamente en parcelas de entre 2 y 5 ha de cultivo.
Aquí se está gestando lo que probablemente supondrá, a medio plazo, un cambio significativo en los paisajes agronómicos, que contrastarán con las grandes extensiones de vid y los cultivos de almendros y olivos. Este cambio apunta al cultivo del pistachero (Pistacia vera L.), perdido y desconocido desde tiempos de la presencia árabe en la Península ibérica y recuperado recientemente para deleite de nuestros paladares y beneficio de nuestra salud; y como punta de lanza de la sostenibilidad de los cultivos agrícolas en equilibrio con su entorno.
El cultivo del Pistachero constituye una alternativa real y agroambientalmente sostenible, con mercado en expansión por la alta demanda internacional previsible. Este cultivo requiere de unos condicionantes edafológicos y climáticos, donde estos últimos se dan únicamente en extensiones geográficas limitadas. Como consecuencia, el número de hectáreas que pueden ser cultivadas tiene un techo.
El tipo climático de Venta del Moro es semiárido con poco o ningún exceso de agua, de inviernos fríos con heladas tardías y veranos calurosos con precipitaciones de tipo tormentoso y granizadas. Ombroclima: Seco (P = 465.4 mm anuales). Piso bioclimático: Mesomediterráneo (T = 13.2 º C). Horas frío > 1.400, Horas calor > 3.500. Humedad relativa en junio/julio/agosto del 56%. Viento predominante en época de floración (finales de abril) del Noroeste. Con tendencia a ser más acusadas por las previsiones de cambio climático.
La transformación del paisaje agronómico en favor del pistachero, previsiblemente, será una realidad ante la baja rentabilidad y el deterioro de los cultivos de secano actuales con altos costes de producción y en muchas ocasiones sostenidos por subvenciones que dejarán de existir en algún momento. Muy probablemente, ese será el punto de inflexión en el que el abandono de esos cultivos que han venido siendo tradicionales dará paso a la indicada transformación. Sólo podrán mantenerse aquellos cultivos económica y ambientalmente sostenibles que apuesten por la obtención de productos de alta calidad y con ello nos referimos no sólo a las características organolépticas de los frutos sino a que su implantación se haga de una forma ambientalmente sostenible que respete la expresión de la naturaleza en forma de producto a consumir y, además, que tenga bajos costes de producción.
Diversas experiencias en el mercado de los productos ecológicos han demostrado que existe una relación significativa y de dependencia entre conciencia ambiental del consumidor (comprador) o los beneficios del producto, con la intención de compra de productos ecológicos.
Esta relación debe ser alimentada desde una perspectiva de clara “conciencia ambiental del agricultor”, mediante el empleo de prácticas agrícolas y manejo de los cultivos que consideren la integración de los cultivos como parte de un entorno agroforestal en el que los márgenes, linderos y espacios forestales juegan un papel muy importante en la sostenibilidad del cultivo.
No solo esta percepción se acerca más al potencial del entorno que permite la sostenibilidad real, sino que son los propios consumidores los que van a dar sentido a esta forma de trabajar la tierra. La producción en estos casos va a ser más escasa en cantidad, pero los múltiples beneficios para el entorno y los consumidores deben, a través del precio, recompensar el trabajo bien hecho del agricultor, retroalimentando esta visión y tornándola sostenible.
Ni que decir tiene que este manejo impacta positivamente de manera significativa en la población local que ha de hacerse cargo de los cuidados que precise el cultivo, adquiriendo la iniciativa también una dimensión social.
El cultivo del pistachero es una alternativa incuestionable por los siguientes motivos:
Nuestras parcelas proceden de tierras en barbecho que dejaron de cultivarse, en algunos casos, desde hacía aproximadamente 15 años, en otros casos, más de 20 años.
Pie (portainjertos) autóctono de Cornicabra (Pistacia terebinthus). Características organolépticas diferenciadas del fruto con respecto al uso de otros pies como Pistacia atlántica o el híbrido UCB1 y con mejor capacidad de adaptación a las condiciones de estrés hídrico características del clima mediterráneo con un acuciado estrés hídrico en periodos estivales.
Cada pie procede de una semilla, no se usan clones procedentes de los ejemplares más productivos o mejor adaptados a determinadas condiciones, sino que se opta por dotar a las parcelas con alta riqueza y heterogeneidad genética; cada semilla es un individuo distinto de otro, con dotación genética única. Esto reduce el rendimiento de las parcelas por la diferente capacidad de respuesta por individuo, pero favorece la mayor resistencia del cultivo en su “conjunto” frente a crisis o condiciones estresantes.
Variedad Kerman. Es una variedad muy codiciada. Tiene un rendimiento medio con respecto a otras variedades, pero es el más codiciado para snack y por tanto el mejor considerado por el mercado. Es la variedad más tardía en florecer (apta para zonas de heladas posteriores al 1 de abril) y más tardía en recolectar.
Secano estricto. En un entorno con acuíferos con carga deficitaria, fundamentalmente en periodos estivales, se evita la explotación de las aguas subterráneas. Con ello se consiguen efectos destacables en los cultivos. Las raíces de los pistacheros crecen buscando agua en profundidades mayores y con ello, el nivel de estrés hídrico será menor que en árboles con riego superficial que les hace dependientes de la aportación de agua al haber desarrollado la mayor parte de sus raíces entorno a las zonas de aportación de agua, superficiales. Los pistacheros en secano estricto no serán tan vulnerables al estrés hídrico.
Subsolado cruzado. Todos nuestros árboles se han plantado tras el subsolado cruzado de todo el terreno a una profundidad de aproximadamente 70-80 cm y sobre tierra removida (respectando los horizontes del suelo) al practicar un hoyo de 1,5 m de profundidad (cubeta de 2,25 m3; 2.250 L) en cada punto que se ubican los plantones. El subsolado respeta los horizontes de la rizosfera que se han formado tras el abandono de los cultivos, evitando el volteo y enterramiento del horizonte superficial, más fértil y conservando la estructura y complejidad en las relaciones biológicas de los organismos y microorganismos que se han establecido de forma equilibrada tras más de 15 años de tierras sin cultivar, es decir, respetando la rizosfera y aprovechándola con sentido.
Cubeta de 2,25 m3; 2.250 L en la que se ubica cada plantón. Esta práctica presenta las siguientes ventajas:
Marco de plantación de 7mx7m. Este marco de plantación es idóneo para permitir (i) colonización efectiva y suficiente del suelo por parte del sistema radicular, combinando además, raíces pivotantes (por la existencia de cubeta de 1,5 m de profundidad) con raíces secundarias que se extienden horizontalmente por la zona de terreno subsolado de hasta 70-80 cm de profundidad y (ii) permite una aireación efectiva al permitir el crecimiento de la parte aérea con espacio suficiente para la entrada de luz solar directa y para la circulación del aire sin interrupciones. Con ello se logra mitigar la posible presencia de hongos que pudieran afectar a los frutos, más aún teniendo en cuenta que la variedad Kerman es de recolección tardía (finales de septiembre/principio de octubre), pero también a que pudieran instalarse enfermedades criptogámicas que podrían causar una pérdida de vigor de las plantaciones con el paso de los años. Además, hay que considerar que la humedad relativa de las tierras del interior de Valencia llega al 56% en el periodo estival, valor ligeramente por encima de lo recomendado para este cultivo. Se consigue así una buena aireación; la humedad relativa será menor porque el viento circula dispersando la humedad generada por la evapotranspiración de las hojas y además el sol hará que la temperatura sea mayor evitando que la humedad aumente.
Las siguientes características generan un valor diferencial y significativo a nuestras plantaciones:
Todas estas características constituyen la huella de nuestro proyecto, basado en la recuperación de terrenos, el respeto por el entorno al practicar una agricultura responsable donde el cultivo es parte del entorno agroforestal, la obtención de frutos ricos y concentrados (pura esencia natural), la demostración de que es un cultivo viable y que puede suponer un medio de vida para este municipio del interior de la provincia de Valencia.
Consumidores que valoren la iniciativa, deseen adquirir un producto de calidad y quieran contribuir además a generar un impacto ambiental y social positivo, lo que supone un punto de inflexión entre la agricultura convencional actual y la agricultura del futuro, contribuir a la sostenibilidad económica, ambiental y social; estas son las 3 dimensiones que soportan la iniciativa, como una silla o una mesa, necesitan de estos 3 apoyos para no caer.
Los cultivos se certificarán mediante los estándares de la agricultura ecológica para pasar posteriormente a otro tipo de certificado superior que reconozca las prácticas agronómicas en equilibrio con el entorno forestal, de lindes y márgenes.
La iniciativa pretende vincular al consumidor con el lugar exacto de donde proceden los frutos, estableciendo de forma ideal una relación duradera en el tiempo que asegure la sostenibilidad de la iniciativa.
En definitiva, todo se basa en la creación de un ecosistema de interdependencia económica, ambiental y social, en equilibrio y armonía, que tiene su sustento en el sistema agronómico generado mediante el cultivo de pistacheros con la mínima y esencial intervención del agricultor.